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Aumentan las falsas denuncias por maltrato

Esta práctica para zafarse de hombres inocentes «ha llegado a Álava». «Y no cesa». Los especialistas entrevistados subrayan que «cualquiera puede ser víctima». Los preferidos por estas mujeres, o por sus abogados sin escrúpulos, son «aquellos maridos de buen comportamiento pero con una forma de hablar agresiva», aunque también pueden aprovecharse de «esos pedazos de pan a los que es muy fácil meterles un tanto, porque jamás se esperarían semejante falacia de la otra parte». Eso sí, según los expertos, la capacidad de reacción de todos ellos, llegado el momento fatal, será mínima.

Desde que se interpone la denuncia por agresiones hasta que tiene lugar el juicio rápido transcurren 24 horas o, como mucho, 48. Cuando el último grano del reloj se precipite sobre la montaña de arena, casi todos los mancillados estarán perdidos. Según explican los especialistas consultados, «en ese periodo de tiempo resulta muy dificil recopilar pruebas que acrediten la falsedad de la denuncia». La complejidad se dispara cuando las calumniadoras interponen su queja en sábado. Los acusados no tendrán forma de ponerse en contacto con un abogado para preparar su defensa y deberán confiar en la labor de uno de oficio.

Atenazados en el banquillo de los acusados, algunos de estos hombres sufrirán nuevas sorpresas. Los expertos afirman que existen mujeres que, además de acusar a sus compañeros de violencia psicológica, «se autolesionan para garantizar el éxito en su misión». Según dicen, «no es difícil» conseguir un parte médico que ponga en entredicho la versión masculina. «Basta con acudir a los servicios de Urgencias de Osakidetza y aseverar que la agresión procede de la pareja». Aunque los doctores no estén plenamente seguros de su versión, la mayoría pondrá el asunto en conocimiento del Juzgado de Violencia para que el magistrado dicte el veredicto.

peligrosas consecuencias Sin embargo, retomar la rutina diaria es imposible para los hombres que han logrado librarse de una sentencia condenatoria. No quedan antecedentes penales, pero sí «dolor, resquemor y angustia». Además, tras la separación, se quedarán sin casa, deberán pagar la mitad del crédito hipotecario a quienes trataron de aniquilar su honor y apenas verán a sus hijos. Muchos se precipitarán en profundas depresiones y requerirán eternas terapias psicológicas. Otros intentarán suicidarse. Y «algunos» se transformarán en lo que sus mujeres habían denunciado, violentos animales dispuestos a desahogar su rabia «como sea».

No entiendo que haya tal cantidad de mujeres que sean capaces de aprovechar una ayuda tan importante, para sacar jugosos beneficios y llegar a meter a alguien en la cárcel por simple avaricia.

Creo que la ley se debería revisar, o al menos cambiar el tipo de procesos que se deban llevar a cabo en estas situaciones. Todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, y en los casos de maltrato parece todo lo contrario.

Vía | Noticias de Álava